Desde que nuestro bebé nace podemos comunicarnos con él a través del tacto, las miradas, los sonidos, a través de estos canales transmitimos al recién nacido que su mamá está ahí para protegerle y cuidarle. Otras formas que los bebés emplean, es a través del llanto. Es importante entender el llanto como el sistema de supervivencia del bebé, ya que a través de éste nos informa de sus necesidades físicas y emocionales: tengo hambre, tengo frío, me siento solo, tengo dolor.
Es cierto, que en ocasiones este llanto intenso puede sobrepasarnos, porque hagamos lo que hagamos no se calma. Por tanto, vamos a entender el llanto como el lenguaje del bebé a través del cual intenta transmitirnos que necesita de nuestros cuidados. Es importante que tengamos en cuenta que cómo nosotros reaccionamos al llanto y a las necesidades que el bebé tiene va a influir en su posterior desarrollo. Si nosotros reaccionamos con ansiedad ante este llanto y nos desesperamos porque ya no sabemos que más hacer, el niño no conseguirá calmarse tampoco, ya que nosotros somos sus reguladores principales.
Una de las principales dudas que suelo encontrarme es, “¿Qué hago cuando llora? ¿Voy siempre a cogerle? He oído en ocasiones que si siempre le cojo le estoy malcriando” La respuesta ante estas preguntas es rotundamente sí. Por supuesto, que cada vez que nuestro bebé llore tenemos que acudir a él y dar una respuesta.
Cómo comenté anteriormente a través del llanto nos está informando de sus necesidades, por lo que si respondemos de una manera intermitente no estaremos dotando a nuestro hijo de la seguridad que necesita y la ausencia de actos le llevará a entender que sus necesidades no son importantes.
Nuestros hijos nos necesitan, dependen de nosotros y somos nosotros los encargados de gestionar su malestar físico y emocional. Es por ello que dejarle llorar para que se calme él sólo no es una buena idea, ya que no tienen la capacidad de autorregularse, si no de co-regularse a través del contacto con sus figuras principales, lo único que conseguiremos de esta forma será un sentimiento de abandono en el pequeño. Es decir, somos los adultos los encargados de calmar al bebé. Es importante tener en cuenta que coger al bebé en brazos y mantener un contacto físico es una de las conductas principales a través de la cual se forma el vínculo y la seguridad entre el niño y los progenitores.
Cada vez que nuestro bebé llore tenemos que acudir a él y dar una respuesta
Imagina que llegas muy nerviosos a casa por algo que ha ocurrido, en este momento es complicado que te calmes solo, por lo que acudes a tu pareja, madre o amigo para contarles aquello que ha pasado. Buscaras una respuesta de consuelo, de tranquilidad y de calma, pero por el contrario la otra persona reacciona diciendo que será mejor que te calmes solo y que ya después hablaran. ¿Qué ocurrirá? No sólo no te podrás calmar sino que además el malestar aumentará por no haber sido atendidos.
Esta situación es semejante a cuándo dejamos a nuestro bebé en la cuna llorar y llorar hasta que para él solo por el cansancio generado, pensando que esto es beneficioso para él y le hará más autónomo en el día de mañana.
En consulta, también me encuentro con esta situación en la que los papás me cuentan que mandan a su hijo a la habitación a que se calme y que hasta que no lo haga no podrá salir a cenar. Seguro que más de uno lo ha intentado poner en marcha y ¿os ha resultado eficaz? Seguramente la respuesta es no.
Si esta situación se alarga en el tiempo, lo que ocurrirá es que nos encontraremos ante un trauma temprano relacional. Dónde las necesidades del bebé no se han visto atendidas, apareciendo un sentimiento de abandono profundo, inseguridad, sentimiento de poca valía y una autoestima sumamente daña.
¿Qué ocurre internamente en el bebé cuando llora?
En nuestro cerebro tenemos un sensor sumamente potente, conocido como amígdala, la cuál será la alarma interna que nos avise de que hay una amenaza externa o interna. Cuando nuestra alarma se activa nuestro cuerpo se va a preparar para hacer frente a esa amenaza, es decir, el bebé se prepara para dar una respuesta de lucha o huida. En este momento todos sus sistemas de alarma se activan y se encontrará en un modo hiperactivado. Nuestra función es devolverle a un estado de calma y tranquilidad, ya que si estas necesidades no son cubiertas puede surgir una hiperexcitación en el niño desarrollando trastornos de tipo emocional: ansiedad, depresión, generando además una gran cantidad de estrés en el niño con consecuencias negativas para su desarrollo neurológico.
Por el contrario, también puede aparecer un estado de hipoactivación en el niño, dándose una ausencia relativa de sensaciones, congelación de las emociones o reducción de los movimientos físicos. En este caso, parecerá que nuestro bebé se ha calmado, pero la realidad es otra. Lo que ocurre es lo siguiente: El bebé llora activando así el sistema de apego, pero al no ser atendido, pasará al sistema de defensa.
Muchos creen que no acudir a coger al niño es correcto para fomentar la autonomía del bebé y futuro adulto. Desde siempre nos han enseñado que debemos ser seres autónomos y no depender de nadie, pero esto no es del todo beneficioso.
¿Por qué es necesaria una dependencia sana?
En primer lugar, las personas somos seres sociales, por lo que necesitamos del contacto con los demás y esto es decir que somos los seres más dependientes del planeta. Necesitamos sentirnos queridos, vistos, reconocidos. Esto formará poco a poco la autoestima del niño, y esto sólo podemos tenerlo a través de los otros.
Ser una persona totalmente dependiente, es un problema y estaríamos ante una patología. Por ello es importante que entendamos que lo que hacemos no es pasar de la dependencia de la niñez a la independencia de la adultez, sino que la forma de dependencia cambia. En la niñez sólo una de las partes, el cuidador, es la que provee y cubre las necesidades, nos encontraríamos ante la dependencia vertical. Por el contrario, una vez que somos adultos nuestro objetivo es alcanzar la dependencia horizontal, donde ambas partes proveen y reciben. Es por ello, que el educar a los niños en la autonomía absoluta no es beneficioso ni saludable emocionalmente para ese niño y futuro adulto.
¿Cuáles son las consecuencias de atender el llanto de nuestro bebé?
- Le estamos enseñando que sus necesidades y emociones son reconocidas, importantes y atendidas.
- Estaremos estableciendo un vínculo y apego seguro y de confianza con nuestro bebé, siendo este la base principal en su futuro desarrollo y en sus futuras relaciones.
- Aprenderá la importancia que tiene expresarnos que no se siente bien y además siente la confianza de que nosotros vamos a escucharle y podemos ayudarle.
- Aprenderá que es aceptado completamente y no sólo cuándo nos complace.
- Aprenderá que sus estados de ánimo no nos molestan y que son aceptados.
- Desde el nacimiento estaremos estableciendo las bases de su desarrollo. Si nosotros no hemos sintonizado con nuestro bebé, será difícil que este en la adolescencia confié en nosotros.
Es importante tener en cuenta que no debemos ignorar a un niño cuando llora, porque nos está hablando, igual que no ignoraríamos a un adulto cuándo nos está contando un problema que ha tenido. Tenemos que protegerle y cuidarle. Recuerda las primeras interacciones con el pequeña van a ser determinantes en su desarrollo y en la futura relación que tengamos con ellos y en las futuras relaciones del pequeño.