La muerte de un ser querido es un camino difícil para todas las personas, sobre todo porque es un proceso natural de adaptación en el que se debe aprender a vivir sin aquello que acabamos de perder. En este sentido, en la actualidad, existen quienes prefieren guardar silencio y evitar hablar del tema por la idea de que “conversar” podría causar miedo a recordar el hecho y los haga enfrentar nuevamente esa situación dolorosa. Aquel sufrimiento lleva a algunos padres de familia en intentar ocultar esta situación a los más pequeños de la casa, ya que creen que por su corta edad no entiendan lo que este sucediendo y pueda ser impactante para su comprensión.
Debemos tener en cuenta que el duelo es una respuesta natural y de adaptación que vive una persona frente a la pérdida o muerte de alguien muy cercano. Este proceso a su vez, cumple diferentes funciones, que consisten en: la aceptación de la pérdida, adaptación a un ambiente diferente donde ya no está el difunto, la expresión natural del dolor, y por último, la reflexión que tomamos sobre el sentido de la vida para encontrar un propósito y seguir adelante.
Si bien el duelo puede causarnos mucho dolor y sufrimiento, es cierto que la reacción que tenemos para enfrentarlo es tanto diferente para niños como para adultos. Los niños responden a la perdida de diferentes maneras. Por ejemplo, es muy común que se vean muy cansados, pierdan el apetito, tengan pesadillas o se quejen de dolores físicos como el de cabeza, del estómago u otros.
Así mismo, como forma de enfrentar una situación que no ha llegado a ser comprendida ni aceptada, algunos niños pueden idealizar a la persona fallecida. A pesar de saber que la esa persona no volverá, los niños pueden imaginar que hablan con ellos, imitar sus gestos o verse como si estuvieran esperando a que vuelva la persona fallecida.
También, pueden manifestar su dolor a través de un comportamiento agresivo u oposicionista dirigido a miembros de la familia o a compañeros que no hayan pasado la muerte de alguien muy cercano.
Por otro lado, otros niños pueden sentirse muy asustados llegando al extremo de volverse inseguros y pendientes de cuidar a sus familiares con tal que no les suceda nada grave o fallezcan.
Como lo mencionado anteriormente, las respuestas de los niños frente al proceso de duelo pueden ser diversas y a veces complicadas de entender para muchos padres. Es importante considerar que el entendimiento de la muerte, para los más pequeños, es menos claro y hasta a veces no es comprendida para su edad.
Los niños menores de 3 años tienen poca comprensión de la muerte. Sin embargo, su conducta frente a la ausencia o separación se manifiesta a través del llanto inconsolable debido al desprendimiento inmediato de la ausencia de su cuidador.
Los pre-escolares de 3 a 5 años perciben detalles más concretos, como la diferencia entre estar vivo y estar muerto. A esta edad todavía no manejan la noción del tiempo ni el concepto de finalidad, pueden tener la idea de que los muertos tienen funciones biológicas o sentimientos. Por eso, pueden preguntar como el difunto «se alimenta o va al baño».
Entre los 6 y 10 años, la percepción de la muerte es vista como irreversible. Así mismo, los niños de esta edad ya empiezan a comprender que el fallecimiento puede afectar a las personas vulnerables como los enfermos o los ancianos.
Consideremos necesario, además que en el proceso de duelo en la infancia puede influir la edad, el desarrollo cognitivo y la maduración emocional. También se presentan otras características que requieren un abordaje distinto al de los adultos como La duración del proceso de duelo, la cual suele elaborarse más rápido al de los adultos y El ritmo vital, dirigida a las actividades en el ámbito social, académico, y de tiempo de ocio que difícilmente se ve interrumpida por el fallecimiento de un ser querido.
Finalmente, aquí te presento algunos consejos que podrán ser de ayuda cuando vivimos un proceso de duelo con los más pequeños de la casa.
Explícale la situación que sucede
Usualmente se piensa, que los niños no se dan cuenta de la situación que se vive tras la muerte de un familiar. Sin embargo, pueden darse cuenta de la muerte de alguien significativo para ellos, y son capaces de percibir lo que ocurre a su alrededor. Por ello, de acuerdo a su edad de cada niño(a), es importante mantenerlos informados del acontecimiento que se está viviendo, siempre y cuando la explicación sea de forma sencilla y manteniendo cierta serenidad.
“Cariño, sabes que cuando las personas tienen alguna enfermedad muy grave puede afectarlos, muchas veces se recuperan pronto, pero también, a veces las personas pueden ponerse muy débiles porque la enfermedad avanza, y por más que los doctores quieran ayudarlo a que se recupere pronto el cuerpo ya no resiste más y las personas se van lejos a estar más tranquilos en otro lugar”.
Por otro lado, cuando explicamos las creencias religiosas no es conveniente recurrir a la voluntad de dios, diciendo frases como “Ha sido la voluntad de Dios llevárselo “o “porque así lo ha querido Dios”, ya que algunos niños pueden mal interpretarlo y lo tomen como un miedo o resentimiento. Es mejor dar una explicación sencilla adaptando a la edad del niño:
“Me imagino a la abuela en el cielo sembrando muchas flores de colores, tejiendo en su silla de madera y dándole de comer a las palomas.. y tu ¿cómo te la imaginas?.
De esta manera podemos presentarle los conceptos abstractos de un cielo o de la vida eterna en la memoria de cada persona.
Deja que exprese sus sentimientos, no evite el dolor
Los niños atraviesan un proceso de duelo que se manifiesta, a diferencia de los adultos, en distintas formas según a su edad. Es por eso que cuando los padres intentan protegerlos con la idea de que no sientan dolor ni sufrimiento (aislándolos de la situación vivida, ocultándoles lo sucedido y evitando hablar del tema), las consecuencias puede agravarse en los niños, ya sea con la limitación del desarrollo de habilidades necesarias para enfrentar situaciones que suceden en la vida y que requieren ser afrontadas o la confusión que se crea en que expresar los sentimientos no es bueno y se debe ocultar y fingir.
Permítale asistir y participar en el funeral
Según el desarrollo de cada niño, a partir de los 6 años en adelante, ya puede empezar a cuestionarse si la muerte es posible. De manera que si no se les explica que no podrán participaran del funeral, pueden sentirse aislado del grupo familiar, sentir tristeza y creer que su sentimiento de dolor es menos importante. Por eso, es importante explicarle que pasara en el entierro, comentarle lo que va a ver, oír y percibir vera a personas demasiado afectadas. Ofrézcale la oportunidad que ellos decidan si desean asistir al funeral. Antes que nada, prepárelo y prepárese para cuando llegue el momento, si es una situación difícil para usted, es mejor pedir ayuda a un familiar o amigo que acompañe al menor en el funeral.
Ten en cuenta que los pequeños no se van a traumatizar por asistir y participar de un funeral, sino nos anticipamos a contarles lo que sucederá, ellos comprenderán que la muerte es parte de la vida y con el tiempo esto que viven les ayudará a crear recursos que los haga enfrentar situaciones parecidas a la perdida de un ser querido.